Una vida conocí por los libros
que me gustaba más
que la que vivía,
y llegué a pensar
que otro mundo era posible:
Tintin, la abeja Maya y compañía.
Y me sumergí en más libros,
y viví pasiones, triumfos y miserias,
que superé con elegante gallardía,
con la satisfacción de un lector en su silla.
Y aprendí a comprender
que no a juzgar.
Y hoy puedo empatizar con cualquiera
hasta ser incapaz de tomar partido
en una riña
porque no puedo sentir,
que rima con vivir.
¡Qué tontería!
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