martes, 30 de agosto de 2011

Arrugas del alma

De repente me marco una norma.
Arbitraria, gratuita.
No pisar las baldosas negras, por ejemplo.
Eso que al principio es un juego,
si lo repito a lo largo de mucho tiempo
se convierte en una ley
cuyo incumpliento me inspira pavor.
Creo firmemente
que si piso una baldosa negra
todas las desgracias se abatirán sobre mi.
Y no importa que sepa que empezó siendo un juego.
Tampoco importa que mi sentido común
me diga que las baldosas negras
no tienen ningún poder sobrenatural.

El miedo está ahí.
Y no es un juego.
Y tiene mucho poder.

lunes, 29 de agosto de 2011

Pasmo

De repente me encaro a situaciones que habrían sido las mías, si, en su momento, hubiera hecho las cosas bien para conseguir lo que yo quería ser a estas alturas. Pero como no lo hice por ignorancia, por miedo o por pereza, no lo son. Y el sentimiento que me embarga es doloroso. Mi primer recurso para afrontar esa situación y eliminar el dolor, consiste en hacer caso omiso y pensar que lo que tengo tampoco está mal, y cuando este método falla, me tomo una copa.
Pero cada vez esta situación es más frecuente, son cosas de la edad, y la ola de puritanismo que nos invade hace que cada vez me sienta más culpable por beber. Y que empiece a preocuparme...
En realidad lo que me preocupa es acabar frustrado, amargado, en alcohólicos anónimos y con un cerebro tan blanco y radiante por el lavado al que lo han sometido que lleve, aguante y mantenga una vida de mierda. Eso sí, sufriendo que es como se crece espiritualmente.
Pero ¿quien quiere crecer cuando el problema es que ya todo se cae?