Mi madre aparte, sólo estoy
a cinco años del olvido.
Ojalá mi madre sea eterna!
Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde -como todos los jóvenes, yo vine a llevarme la vida por delante. Dejar huella quería y marcharme entre aplausos- envejecer, morir, eran tan sólo las dimensiones del teatro. Pero ha pasado el tiempo y la verdad desagradable asoma: Envejecer, morir, es el único argumento de la obra. J. Gil de Biedma
domingo, 24 de marzo de 2013
domingo, 10 de febrero de 2013
sábado, 9 de febrero de 2013
Desatino
Sin tino
quiero vivir.
quiero vivir.
Etiquetas:
ardevol,
paradoja,
relaciones personales
jueves, 7 de febrero de 2013
Vejez
Temo que lo último que olvide sea que una vez tuve un cerebro bien amueblado.
viernes, 18 de enero de 2013
Don Quijote y Madame Bovary, la extraña pareja.
Una vida conocí por los libros
que me gustaba más
que la que vivía,
y llegué a pensar
que otro mundo era posible:
Tintin, la abeja Maya y compañía.
Y me sumergí en más libros,
y viví pasiones, triumfos y miserias,
que superé con elegante gallardía,
con la satisfacción de un lector en su silla.
Y aprendí a comprender
que no a juzgar.
Y hoy puedo empatizar con cualquiera
hasta ser incapaz de tomar partido
en una riña
porque no puedo sentir,
que rima con vivir.
¡Qué tontería!
que me gustaba más
que la que vivía,
y llegué a pensar
que otro mundo era posible:
Tintin, la abeja Maya y compañía.
Y me sumergí en más libros,
y viví pasiones, triumfos y miserias,
que superé con elegante gallardía,
con la satisfacción de un lector en su silla.
Y aprendí a comprender
que no a juzgar.
Y hoy puedo empatizar con cualquiera
hasta ser incapaz de tomar partido
en una riña
porque no puedo sentir,
que rima con vivir.
¡Qué tontería!
jueves, 17 de enero de 2013
Yo (supuestamente) y los otros
Con los años he desarrollado una capacidad para entablar relaciones en las cuales me resulta imposible ser yo. Posiblemente sea porque desde un principio, la más tierna infancia, debía comportarme de forma ajena a mí para sentirme levemente querido, y ese mecanismo llego a convertirse en mi segunda piel. He intentado varias veces rebelarme contra ese estado de cosas y empezar de nuevo. Pero los viejos hábitos asoman de nuevo, una y otra vez, adueñándose de mi vida y, sin darme cuenta, vuelvo a estar atrapado en la jaula de siempre. Cada vez más dorada. Y no dudo que llegará a ser de oro.
Pero seguirá siendo una jaula.
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